‘Pour la tolérance’, de Sofía Gandarias, en el Día Internacional para la Tolerancia: no enterremos el futuro de nuestros hijos/as
Este 16 de noviembre se celebra el Día Internacional para la Tolerancia. Y queremos conmemorarlo con un recuerdo al trabajo realizado por Sofía Gandarias en su obra ‘Pour la tolérance’.
‘Pour la tolérance’ (‘Por la tolerancia’) conforma una serie de cuadros crudos, como la propia realidad que retrató Sofía, en un deseo de concienciar de los horrores de la intolerancia, de la guerra y de las disputas estériles entre humanos que sólo generan dolor y desgracia.
El Día Internacional de la Tolerancia se celebra desde 1996, cuando la Asamblea General de la ONU (en su resolución 51/95) invitó a los Estados Miembros a celebrar el Día Internacional de la Tolerancia el 16 de noviembre. Esta acción dio seguimiento al Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia de 1995, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993 por iniciativa de la UNESCO, como se indica en la Declaración de Principios sobre la Tolerancia.
‘Pour la tolérance’ y el “compromiso esencial con los valores éticos y estéticos que han hecho posible la civilización”
En 1995, la UNESCO celebraba su 50º aniversario, con el horror de Sarajevo y de la Guerra de los Balcanes todavía muy presente. Fue en ese año, cuando ‘Pour la tolérance’, de Sofía Gandarias, se expuso en Lisboa y en París. Con motivo de ello, Federico Mayor Zaragoza, director general de la UNESCO (1987-1999) y patrono de la Fundación Yehudi Menuhin España, escribió unas preciosas líneas, que reproducimos a continuación, sobre el valor de la obra de Gandarias, sobre la fuerza de su serie ‘Pour la tolerancia’ como reflejo del “compromiso esencial con los valores éticos y estéticos que han hecho posible la civilización”.
Acompañan estas líneas algunos cuadros de la serie ‘Pour la tolérance’, así como textos complementarios de Juan Goytisolo, sobre el trabajo de Sofía en la tragedia de Sarajevo, y del escritor Carlos Fuentes. Puedes encontrar las piezas pictóricas en el catálogo razonado del Legado Gandarias, en ‘Presencias‘, ‘Sarajevo‘ y ‘Ne me quitte pas‘.
‘Por la Tolerancia’, Federico Mayor Zaragoza
«Generalmente, las catástrofes tienen tendencia a exacerbar en el ser humano el sentimiento de vacío. Es como si, inclinado sobre el brocal de sí mismo, no se percibiera ningún reflejo. Como si incluso los sueños y las ilusiones se desvanecieran. En el sufrimiento, la soledad, el dolor y la muerte, sitiada por el sinsentido de la guerra y la violencia, la vida se empequeñece, reducida al ejercicio primario de supervivencia. Sólo la pasión creadora, solo la impulsión única del espíritu, encuentran y abren surcos y trazan nuevos caminos.
»La facultad de expresión que encarna el arte puede devolver al ser humano la esperanza y el sentido a su existencia, gracias a la experiencia de la belleza y la serenidad. Es como si escuchara, respondiendo a sus angustiosos interrogantes, la reflexión de Senancour que tanto gustaba a Unamuno: “El hombre es perecedero. Puede ser, mas perezcamos resistiendo, y si es la nada lo que nos está reservado, no hagamos que sea esto justicia”.
»Los cuadros que Sofía Gandarias ha consagrado al martirio de Sarajevo son el testimonio imperecedero de la resistencia a la violencia, a la locura cainita que constituye el aspecto más oscuro del ser humano. Esas bocas marchitas, esos vientres desagarrados, esas manos crispadas simbolizan todo el dolor de un pueblo y resumen en su aflicción y amargura la vergüenza de todos nosotros que asistimos impotentes a la lenta destrucción.
»Como el soldado del poema de Miguel Hernández, las madres de Sarajevo – judías, musulmanas, cristianas – están sitiadas por las balas, codiciadas por el plomo. Sobre sus cabezas planea la sombra de la muerte que no consigue obscurecer la fuerza de la vida ni disminuir el impulso de su irresistible amor. Las formas y los colores que componen el universo expresivo de Sofía Gandarias nos ofrecen una intuición inmediata de la belleza y del dolor, con esta presencia que solo el arte verdadero llega a ofrecernos. A veces, esta facultad alusiva de la línea y del cromatismo se ve reforzada por la palabra poética, signo y sentido que eleva el misterio de la imagen y remiten al lector-contemplador a la complejidad de planos significativos que la obra encierra.
»Bajo su doble aspecto de captación de la belleza y de denuncia radical de la infrahumanidad y la violencia – descritas de modo tan penetrante por Augusto Roa Bastos – la obra de Sofía Gandarias constituye un compromiso esencial con los valores éticos y estéticos que han hecho posible la civilización. Además, es una apuesta de futuro, una certeza del triunfo final de la fuerza de la razón sobre la razón de la fuerza. Sus imágenes preludian el amanecer de una cultura de paz que debe reemplazar esta cultura de guerra que muere matando en Ruanda, Chechenia, en Sarajevo».
‘Sarajevo’, por Juan Goytisolo
«Condenada a muerte por el Sultán, Sherezade se las ingenia para aplazar el juicio recurriendo a la palabra: las mil y una historias que la mantendrán viva.
»La moral de la “historia o la vida” ha dejado hoy el terreno de la literatura para triunfar en el de la realidad. Solo han cambiado los actores. Sherezade es ahora un poeta, un psiquiatra, el artesano de una sangrienta purificación étnica destinada a vengar las afrentas milenarias y a restaurar en todo su esplendor el mito original de su raza.
»El sultán ya no es el sultán. La comunidad internacional encarna a este personaje, representando su papel a través de sus órganos representativos: las Naciones Unidas, la OTAN, la UNPROFOR así como mediadores y conciliadores voluntarios. Para desviar la atención de lo que está ocurriendo sobre el terreno – matanzas, destrucciones, asedios, “urbicidios”, “memoricidios” – la Sherezade de Palé debe inventar cada día una historia: promesas de alto el fuego, planes de paz, gestos efímeros de hablar, de fabular, de ahogar el silencio que cubre como una capa las fosas comunes, los cuerpos acusadores de las víctimas.
»Incansable, astuto, persuasivo, mantiene a sus interlocutores en suspenso. Los negociadores de servicio escuchan, oído atento, seducidos por las mil historietas y facetas del capitán chetnik. Poco importa que sea mentira si persiste la ilusión. Se trata únicamente de ganar tiempo, ¡señores y señoras, mañana amanecerá! Pasemos página, ¡nos espera una nueva historieta!
»¡Las mil y una noches del sitio!
»El horror se perpetúa en Sarajevo. Cada día, cuando la luz, difuminada por la niebla, desvela de nuevo el rostro torturado de las personas y los inmuebles, salvas de obús, de tiros de bazuca y disparos saludan, como una siniestra diana, a las víctimas del sitio.
»La sangrienta cosecha de heridos y difuntos llena sin cesar las salas de los hospitales y el depósito de cadáveres. Los millones de telespectadores, testigos pasivos del espectáculo, saben van que bajando escalón a escalón, por un gradual y vergonzoso emocionamiento ético hacia lo inaceptable.
»Frente a la magnitud del desastre, es inútil cerrar los ojos. La comunidad internacional prefiere culpabilizar a los sitiados, contratar a cualquier precio con la barbarie.
»La pintura de Sofía Gandarias, escribe Augusto Roa Bastos, es “expresión de lo que la artista llama conciencia vital de la realidad y del tiempo que le toca vivir. Actitud que ella asume como un compromiso a la vez ético y estético”. En perfecta coherencia con ello, Sofía Gandarias ha consagrado algunas de sus obras más significativas al calvario de Sarajevo. La infamia de un asedio medieval con ayuda de armas modernas en el crepúsculo del segundo milenario, aparece en esas tumbas veladas por una madre enlutada, en esas mujeres mudas o en esas telas ensangrentadas, en esos sudarios, esas cruces, esos cirios, signos de mal augurio.
»Las sillas vacías de los que no quieren ver el espectáculo. Esos señores de sombrero y abrigo negro. Imagen de la comunidad internacional volviéndose siempre de espaldas a la realidad.
»Homenaje emocionante de una artista que frente al cinismo y la cobardía casi generales mostradas hacia el genocidio bosnio, mira, refleja y expresa con sobriedad y nobleza la insoportable gravedad del drama».
A Sofía Gandarias: ‘arte contra la violencia’, por Carlos Fuentes
«El arte popular y el arte antiguo se asemejan en dos cosas: son anónimos y no pretenden ser originales. Resultado de la soberbia humanista del Renacimiento, tener un nombre y ponerlo al pie de un cuadro o de un monumento es una novedad para la tradición colectiva y anónima de la Edad Media. Nombre y sobrenombre, dice Montaigne: las aventuras del Yo son las de la modernidad occidental, por más que Pascal lo juzgue «detestable».
»En cambio, nadie firma ni las catedrales de Chartres y Aquisgrán, ni los modestos retablos de las iglesias barroas de México. Escuelas –¿talleres?– enteros del otoño de la Edad Media se presentan como «Maestros de la Leyenda de Santa Úrsula», «Maestros de la Magdalena». Nombre y sobrenombre, hubris, facies, despiden pronto esa modestia. Evitando los escollos del solipsismo, los grandes retratistas de Europa le dan a su arte una función social, a veces hasta democrática: aquí está el rostro que, de otra manera, no tendría evidencia, no dejaría rastro de su paso por el mundo. Le dan, a veces, una dimensión tan íntima que se proyecta con melancolía: los autorretratos de Rembrandt.
»Sofía Gandarias, en la gran tradición velazqueña, española, del retrato que es seña de identidad, prueba de existencia y ejercicio irónico entre la fama infame y la invisibilidad visible, entre el monarca y los anarcas, entre Felipe IV y los obreros disfrazados de dioses, entre Carlos IV y los enamorados de las fiestas de San Isidro, nos ofrece retratos de nuestro tiempo en los que la figura y su tiempo son inseparables. Podríamos llamarla «La Maestra del Siglo Más Breve». Lo ha sido el nuestro: de Sarajevo 1914 a Sarajevo 1995, nuestro siglo de apenas ochenta y un años se inicia con el asesinato del Archiduque Francisco Fernando por el nacionalista serbio Gavrilo Prinzip y termina con el genocidio de una ciudad entera por la arrogancia nacionalista serbia en 1995-No todos los retratos de Sofía son sobre Sarajevo, pero es como si lo fueran. La brevedad del siglo tiene el nombre de Sarajevo y la sombría luz de la ciudad martirizada planea sobre todos los retratos de esta serie, explícitamente cuando se trata de Susan Sontag y Juan Goytisolo, que tanta vida le han dado a la muerte de Sarajevo, implícitamente en los retratos «mundanos» de Nureyev o Coco Chanel, en los que, sin embargo, un sabio e inquietante uso de la luz crea la comunidad de ambiente, la identificación de destinos: todos vivimos bajo un sol de noche inventado por Sofía Gandarias para iluminar, sombríamente, eso que Goytisolo, con exactitud verbal, llama el «urbicidio», la muerte de la ciudad. Y la ciudad, después de todo, es la civilización, el arte de vivir en ciudades. Un gorila se asoma en la esquina de las ciudades devastadas por la mano criminal del poder armado. Nos anuncia nuestro fin, nuestro regreso al origen mudo, onanista, estéril, bufonesco, de las «monerías» ultra o pre-civilizadas. Hay un gorila en su futuro.
»El corto siglo XX, sus desesperados, lúcidos, pasajeros artistas –tantos de ellos, como Sofía, españoles: Buñuel, Valle Inclán, Picasso, Miró, Alberti, Lorca, Cernuda, Hernández, Tapies, los Saura, Berlanga, Prados, Guillen, Pedro Salinas, Chillida– buscaron afanosamente, a partir de la representación crítica de una de las culturas más ricas de Europa, el rostro de la universalidad contemporánea. Es una de las características más espléndidas de España, tantas veces dormida, tantas veces altanera, tantas veces harapienta y mendicante, que en sus momentos maravillosos logra resumir en grandes figuras el temple universal de toda una época: ayer Quijote, Celestina y Don Juan; hoy, toro de Guernica, ojo rebanado de Buñuel, forma para siempre liberada de Miró. A la postre, sin embargo, el genio español se resume en este descubrimiento: la única universalidad de nuestro tiempo es la universalidad de la violencia. Es el pasaporte de nuestra humanidad contemporánea. Las visas de entrada –rara vez de salida– rezan: Auschwitz, Gulag, Hiroshima, Sarajevo… En mi propio retrato, Sofía Gandarias ha recordado la violencia mexicana, latinoamericana. Mi contexto es la Plaza de las Tres Culturas, el espacio ensangrentado donde Pedro de Alvarado alanceó a miles de aztecas indefensos durante las fiestas de Toxcatl en 1521, donde Gustavo Díaz Ordaz ordenó la muerte de más de quinientos jóvenes mexicanos en 1968: Tlatelolco, nombre del sacrificio. Se llama «Trelau» en Argentina, «Dawson» en Chile…
»Sofía Candarías abarca y universaliza de este modo la violencia de nuestro pequeño siglo veinte. Cada una de sus pinturas es una protesta, una llamada de alarma contra ese otro peligro designado por Goytisolo, el memoricidio. Libro de la Risa y el Olvido, tituló Milán Kundera una de sus grandes novelas. Esta exposición de Sofía Gandarias, más bien, merecería llamarse Libro de la Sonrisa y de la Memoria. Porque si aquí hay denuncia, dolor, violencia, también hay gracia y hay recuerdo. Es decir, hay salvación posible.
»¿A través de la tolerancia? Hablaba hace poco en México con la novelista norteamericana Toni Morrison. A ella no le agrada la palabra «tolerancia». Por supuesto que, mujer negra, detesta la intolerancia. Pero no le opone la tolerancia, que puede escucharse como patronazgo, compasión, abstención en cierto modo. ¿Qué es lo opuesto a la intolerancia? Más bien lo mismo que aquí pinta Sofía Candarías, la fraternidad activa, la imaginación compartida, el compromiso y la participación, tal y como ella, la Sontag y Goytisolo lo han hecho en Sarajevo, y otros artistas y escritores, en otras latitudes, tratan de hacerlo en un mundo cuyos frentes fraternales, violentos, dolorosos, urbicidas, memoricidas, se han abierto y multiplicado al terminar la Guerra Fría: las calles de Río y sus meninos, la frontera México-Estados Unidos y sus indocumentados balaceados por guardias norteamericanos, Chiapas y su cultura indígena, Chicago y sus niños asesinos de otros niños, Francia y sus argelinos discriminados, Alemania y sus turcos hostigados, España y sus sudacas despreciados, el antisemitismo, la homofobia militantes: rechazo de la intolerancia, abrazo de la fraternidad activa.
»Dostoyevski joven le dijo al ilustre crítico Belinsky que su propósito literario era dar cuenta del dolor de toda la humanidad. Esto es imposible, le contestó el crítico, la empresa sería demasiado numerosa. No, le dijo entonces Dostoyevsky, me basta describir al último de los hombres. Sofía Gandarias nos entrega ahora, con brocha de retratista española, velazqueña, bajo la luz del sol de noche hispánico, el rostro del último sufrimiento, de la más reciente violencia. Ella es la Maestra del Siglo Más Breve».
‘Je suis prof., Educación y fanatismo en un mundo al revés’, Fundación Gregorio Peces-Barba
Hace unas semanas, la cruel muerte de Samuel Paty nos convirtió “a todos en víctimas del espanto, la barbarie y el fanatismo”, como relata la Fundación Gregorio Peces-Barba en una profunda y acertada reflexión sobre esta desgracia, una tragedia que vuelve a poner de manifiesto que hay todavía demasiada intolerancia, demasiada injusticia y demasiados comportamientos ajenos a la humanidad contras los que debemos seguir peleando.
No enterremos el futuro de nuestros hijos/as
“En su doble dimensión de creación de belleza y denuncia radical de la infrahumanidad y la violencia, la obra de Sofía Gandarias constituye un compromiso esencial entre valores éticos y estéticos que han hecho posible la civilización. Además, es una apuesta de futuro, una certeza del triunfo de la fuerza de la razón sobre la razón de la fuerza. Sus imágenes anuncian el alba de una cultura de paz que ha de substituir esta cultura de guerra que muere matando…”, definía en 2018 el propio Federico Mayor Zaragoza la obra de Sofía Gandarias.
Porque ha pasado un cuarto de siglo desde el horror de Sarajevo, pero otros horrores y otras guerras siguen muy presentes y hay que pelear de manera permanente contra ellos, para construir un mundo en paz y para no enterrar el futuro de nuestros hijos e hijas, de nuestras familias, de nosotros/as mismos, en definitiva.